lunes, 6 de diciembre de 2010

Y que te dejes...

En las esquinas comienzan a amontonarse persianas y celosías. La gente tira las llaves por las alcantarillas como una moneda en fontana. En parques y plazas se arman monumentos con picaportes y cerraduras en desuso. Todos estamos preparados para que llegue la marumba.
La marumba penetra por tus papilas gustativas pero no empalaga; traspasa tus retinas y por un instante enceguece. Pero después todo es mas claro. Te quita el aire y te da un respiro. Potente y delicada, la marumba intoxica con su aroma. Tibia y sedosa te envuelve. A veces te sacude con desenfado.
Nadie escapa a la marumba. Nadie se resiste. Es imposible.
Esta noche dejaré la puerta abierta de par en par. Y esperaré. Marumba, marumba, marumba...

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