jueves, 11 de abril de 2013

Vino

Luisa se despertó con un orangután en su cama. Se asustó mucho. Gritó. El orangután se levantó de un salto. Se miraron por unos segundos. Ninguno de los dos pudo recuperase de la sorpresa. Entonces, Luisa, se alejó despacito del dormitorio. El orangután se quedó en la cama. Luisa es soltera, vive sola desde los veinte años. Muy prolija, metódica y aburrida. Esa es Luisa. Todas las mañanas luego de bañarse y limpiar su pequeño departamento, se va a la oficina caminando. Trabaja casi sin interactuar con sus compañeros, que la etiquetaron como la solterona solitaria. Sus obligaciones laborales terminan a las dieciocho horas. Pasa por la rotisería, se compra la cena y regresa a su departamentito silencioso y prolijito. Así son sus días, de lunes a viernes. Sábado y domingo duerme casi todo el día o mira documentales y se empacha con facturas y termos de mate amargo. El orangután, por supuesto, grandote, peludo y salvaje, se quedó sentado en la alfombra del dormitorio. Es un orangután de la especie "Lengua púrpura" originarios de África. Luisa lo sabía muy bien, porque anoche vio la repetición de: Especial orangutanes, de Discovery Chanel. Luisa tenía muchas preguntas y ninguna respuesta. Salió del baño. El orangután estaba dormido sobre el piso. Luisa se vistió rápidamente y se fue al trabajo, aun dudando si el visitante era real o imaginario. Estuvo muy dispersa en la oficina. A la salida, pasó por la rotisería y compró la cena para dos. Por las dudas. En su departamento estaba el orangután poniendo la mesa. Luisa se sacó el tapado, se lavó las manos y puso los ravioles con estofado en una fuente. Se sentó a la mesa junto a su peluda visita y cenaron.